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Descubre por qué una pastelería en Nueva York está vendiendo rebanadas de la torta de Bad Bunny a $125. Conoce la historia detrás de este postre viral.
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Por: Equipo de redacción
La fascinación por las celebridades a veces llega a niveles inesperados. Un reciente evento en Nueva York lo demuestra, donde una pastelería ha puesto a la venta una experiencia única: la oportunidad de probar el mismo pastel que se sirvió en una de las fiestas más exclusivas de Bad Bunny.
Todo comenzó en la fiesta posterior a la Met Gala, uno de los eventos de moda más importantes del mundo. Bad Bunny, uno de los anfitriones de la noche, organizó una celebración privada y el postre principal fue una creación espectacular de la pastelería neoyorquina Nuevayol, fundada por hermanos de origen colombiano.
El diseño del pastel estaba inspirado en la temática del evento, "El Jardín del Tiempo". Era una obra de arte comestible de varios pisos, decorada con elementos como una serpiente, hongos, flores y hasta una calavera, capturando una estética oscura y elegante.
Tras el éxito y la viralización del pastel en redes sociales, la pastelería decidió hacer algo inusual. Crearon una réplica exacta del postre y pusieron a la venta rebanadas individuales para el público.
El precio de cada porción es de $125 dólares. La idea es ofrecer a los fanáticos no solo un postre, sino "un pedazo de la historia", permitiéndoles conectar de una manera diferente con un momento icónico de la cultura pop.
Más allá de su impresionante diseño, el sabor del pastel es una combinación clásica y muy gustada en Latinoamérica. Se trata de un bizcocho de vainilla, relleno con capas de un suave y cremoso dulce de leche.
La iniciativa ha generado todo tipo de comentarios. Mientras algunos consideran el precio excesivo, otros lo ven como una oportunidad única de vivir una experiencia de lujo ligada a una de las estrellas más grandes del momento.
Esta estrategia comercial demuestra cómo un producto puede transformarse en una experiencia codiciada al asociarse con una figura pública del calibre de Bad Bunny. Al final, la pregunta queda en el aire: ¿es el sabor o la historia detrás del pastel lo que realmente justifica su valor?